Dans le contexte de la réception de Machiavel et à la faveur de l’affirmation de la monarchie hispanique, les artes historicæ du XVIe siècle présentent de nombreux points de contact avec les miroirs du prince. Juan de Mariana (1536-1624) a émis en matière d’éducation politique et d’écriture de l’histoire des propositions dont nous tentons de montrer la cohérence et l’originalité. Pour comprendre aujourd’hui la signification en son temps, quelle qu’en soit l’efficacité, d’une oeuvre perçue a posteriori comme un classique encombrant, un détour par l’utopie historiographique de Pedro de Navarra (1504-1567) nous semble fort utile. Les propositions de Pedro de Navarra s’inscrivent dans une ligne de revendication de la dignité de la discipline. Leur ambition, partagée par nombre de théoriciens et praticiens contemporains, est d’accorder au discours historien le statut de logos monarchique, à la fois rationalité politique et récit officiel de justification. De la vigueur de cette revendication jaillit, sous la plume de Pedro de Navarra, l’étonnante utopie d’une écriture collégiale de la chronique monarchique. Mais c’est à Juan de Mariana que revint le mérite de dépasser en théorie et en pratique les modèles historiographiques du premier humanisme : le De rege et regis institutione (1599) et l’Historia de rebus Hispaniæ (1592) sont un profond questionnement sur la plasticité et la viabilité des corps politiques, autrement dit sur l’historicité moderne.
En el contexto de recepción de Maquiavelo y de afirmación de la monarquÃa hispánica, las artes historicæ del siglo XVI presentan numerosos puntos de contacto con los espejos de prÃncipes. Juan de Mariana (1536-1624) emitió en cuanto a la educación polÃtica y la escritura de la historia unas proposiciones cuya coherencia y originalidad intentaremos demostrar. Para comprender hoy la significación de una obra que llegó a ser clásica, confrontarla con la utopÃa historiográfica de Pedro de Navarra (1504-1567) nos parece muy útil. Las propuestas de Pedro de Navarra se inscriben en la lÃnea de reivindicación de la dignidad de la disciplina. Su ambición, compartida por muchos teóricos e historiadores contemporáneos, fue conceder al discurso historiador el estatuto de logos monárquico, a la vez racionalidad polÃtica y relato oficial de justificación. Del vigor de aquella reivindicación surgió, bajo la pluma de Pedro de Navarra, la sorprendente utopÃa de una escritura colegial de la crónica monárquica. Pero fue Juan de Mariana quien tuvo el mérito de superar teóricamente y en la práctica los modelos historiográficos del primer humanismo: el De rege et regis institutione (1599) y la Historia de rebus Hispaniæ (1592) ilustran un profundo cuestionamiento de la plasticidad de los cuerpos polÃticos, en otras palabras de la historicidad moderna.
En el contexto de recepción de Maquiavelo y de afirmación de la monarquÃa hispánica, las artes historicæ del siglo XVI presentan numerosos puntos de contacto con los espejos de prÃncipes. Juan de Mariana (1536-1624) emitió en cuanto a la educación polÃtica y la escritura de la historia unas proposiciones cuya coherencia y originalidad intentaremos demostrar. Para comprender hoy la significación de una obra que llegó a ser clásica, confrontarla con la utopÃa historiográfica de Pedro de Navarra (1504-1567) nos parece muy útil. Las propuestas de Pedro de Navarra se inscriben en la lÃnea de reivindicación de la dignidad de la disciplina. Su ambición, compartida por muchos teóricos e historiadores contemporáneos, fue conceder al discurso historiador el estatuto de logos monárquico, a la vez racionalidad polÃtica y relato oficial de justificación. Del vigor de aquella reivindicación surgió, bajo la pluma de Pedro de Navarra, la sorprendente utopÃa de una escritura colegial de la crónica monárquica. Pero fue Juan de Mariana quien tuvo el mérito de superar teóricamente y en la práctica los modelos historiográficos del primer humanismo: el De rege et regis institutione (1599) y la Historia de rebus Hispaniæ (1592) ilustran un profundo cuestionamiento de la plasticidad de los cuerpos polÃticos, en otras palabras de la historicidad moderna.