L’œuvre de Francesc Eiximenis n’est pas à proprement parler un miroir au prince, mais, dans le développement de son encyclopédie de la vie chrétienne (el crestià), l’auteur, frère franciscain, est amené à développer un portrait du prince idéal et à préciser ses missions, ses qualités et les conditions de sa légitimité. Le prince doit œuvrer pour le bien commun et assurer les conditions sociales qui permettent aux hommes de réaliser leur salut, en rapprochant le plus possible la cité réelle de la Jérusalem terrestre. Il doit lui-même être exemplaire dans sa pratique religieuse et veiller à gouverner chrétiennement, veillant particulièrement à son entourage ; il est enfin un roi « pactiste » qui ne tient sa légitimité que du respect passé entre le souverain et ses sujets.
La obra de Francesc Eiximenis no es exactamente un espejo de príncipe. Sin embargo en este libro que se puede considerar como una verdadera enciclopedia de la vida cristiana (el crestià), el autor, un fraile franciscano, presenta el retrato del príncipe ideal, precisa cuáles son sus misiones, sus virtudes y las condiciones de su legitimidad. El príncipe tiene que obrar por el bien común y establecer las condiciones sociales necesarias para que cada uno pueda salvarse. También tiene que ser el príncipe ejemplar en su práctica religiosa. Gobernando cristianamente, tiene que preocuparse ante todo por los que le rodean. Y por último, el príncipe sólo es legítimo si respeta el pacto firmado entre el soberano y sus súbditos.
La obra de Francesc Eiximenis no es exactamente un espejo de príncipe. Sin embargo en este libro que se puede considerar como una verdadera enciclopedia de la vida cristiana (el crestià), el autor, un fraile franciscano, presenta el retrato del príncipe ideal, precisa cuáles son sus misiones, sus virtudes y las condiciones de su legitimidad. El príncipe tiene que obrar por el bien común y establecer las condiciones sociales necesarias para que cada uno pueda salvarse. También tiene que ser el príncipe ejemplar en su práctica religiosa. Gobernando cristianamente, tiene que preocuparse ante todo por los que le rodean. Y por último, el príncipe sólo es legítimo si respeta el pacto firmado entre el soberano y sus súbditos.
