Dans cette contribution, nous nous proposons de montrer toute l’importance exercée par le quatrième livre d’un traité à l’usage de l’homme de cour, le célèbre Cortegiano publié en 1528 par le nonce apostolique en Espagne, le comte Baldassarre Castiglione, et qui fut promptement traduit en espagnol, dans l’admirable traduction de Juan Boscán de 1534. Dans cette partie de l’ouvrage, Castiglione montre à quel point le rôle du conseiller du prince est essentiel. Cette constatation provoque un paradoxe difficilement avouable, mais dont Castiglione (et les Espagnols par l’intermédiaire de Boscán) a l’intuition : celui de la prééminence inéluctable du premier sur le deuxième, alors que la forma mentis de son époque, à laquelle l’auteur ne peut qu’adhérer, démontre la vérité inverse.
En esta contribución, nos proponemos demostrar la importancia que tuvo, en la España de principios del siglo xvi, el cuarto libro de Il cortegiano, el célebre tratado de Baldassarre Castiglione, por aquel entonces nuncio apostólico en España. Como sabemos, el tratado fue prestamente traducido al castellano por Juan Boscán, en 1534, a instancias de su amigo Garcilaso de la Vega. En este cuarto libro, el autor italiano muestra hasta qué punto es esencial el papel del consejero del prÃncipe, lo cual le enfrenta a una paradoja: la de la ineluctable preeminencia del primero sobre el segundo, mientras que la forma mentis de su época, a la cual no podÃa menos que adherirse, demostraba la verdad contraria.
En esta contribución, nos proponemos demostrar la importancia que tuvo, en la España de principios del siglo xvi, el cuarto libro de Il cortegiano, el célebre tratado de Baldassarre Castiglione, por aquel entonces nuncio apostólico en España. Como sabemos, el tratado fue prestamente traducido al castellano por Juan Boscán, en 1534, a instancias de su amigo Garcilaso de la Vega. En este cuarto libro, el autor italiano muestra hasta qué punto es esencial el papel del consejero del prÃncipe, lo cual le enfrenta a una paradoja: la de la ineluctable preeminencia del primero sobre el segundo, mientras que la forma mentis de su época, a la cual no podÃa menos que adherirse, demostraba la verdad contraria.