Attaché à enrichir le concept éthique d’« exemplarité » d’une dimension thérapeutique et esthétique, perceptible dans ses Novelas ejemplares, Cervantès est connu pour sa réinvention constante des modèles littéraires dont il a hérité. Dans le Don Quichotte, la parodie est à l’œuvre, réduisant l’univers idéalisant du roman de chevalerie à des stéréotypes dégradés. Pourtant, la Duchesse aragonaise qui impose son inusable iconicité dans le chapitre XXX de la Deuxième Partie du roman, semble échapper au processus de démythification des modèles aristocratiques socio-littéraires issus du genre chevaleresque. La « belle amazone » reste exemplaire pour son élégance et son intelligence de lectrice privilégiée de la Première Partie. Néanmoins, une analyse plus attentive des descriptions respectives de la grande dame et de son contre-modèle, Dulcinée, tend à brouiller les points de repère. Le modèle n’est pas nécessairement celui que l’on croyait, et une exemplarité d’une autre sorte, celle d’une aptitude émancipatrice à s’épanouir dans la fiction, est proposée au lecteur comme un nouveau bienfait.
Empeñado en conferir al concepto ético de «ejemplaridad» una dimensión terapéutica y estética, perceptible en sus Novelas ejemplares, Cervantes es conocido por haber reinventado incesantemente los modelos literarios de los que heredó. En el Don Quijote, la parodia puesta en obra encierra el mundo idealizado del libro de caballerÃas dentro de una serie de estereotipos degradados. Sin embargo, le duquesa aragonesa que impone su intacta iconicidad en el capÃtulo XXX de la Segunda Parte de la novela, parece sustraerse al proceso de desmitificación de los modelos aristocráticos socioliterarios provenientes del género caballeresco. La «bella amazona» permanece ejemplar por su elegancia y su inteligencia de lectora privilegiada de la Primera Parte. Ahora bien, un análisis minucioso de las descripciones respectivas de la gran señora y de su contra-modelo Dulcinea, tiende a esfumar sendos contornos. El modelo no es necesariamente el esperado, y una ejemplaridad de otra Ãndole, la de una aptitud emancipadora a explayarse por medio de la ficción, se propone al lector como gustosa novedad.
Empeñado en conferir al concepto ético de «ejemplaridad» una dimensión terapéutica y estética, perceptible en sus Novelas ejemplares, Cervantes es conocido por haber reinventado incesantemente los modelos literarios de los que heredó. En el Don Quijote, la parodia puesta en obra encierra el mundo idealizado del libro de caballerÃas dentro de una serie de estereotipos degradados. Sin embargo, le duquesa aragonesa que impone su intacta iconicidad en el capÃtulo XXX de la Segunda Parte de la novela, parece sustraerse al proceso de desmitificación de los modelos aristocráticos socioliterarios provenientes del género caballeresco. La «bella amazona» permanece ejemplar por su elegancia y su inteligencia de lectora privilegiada de la Primera Parte. Ahora bien, un análisis minucioso de las descripciones respectivas de la gran señora y de su contra-modelo Dulcinea, tiende a esfumar sendos contornos. El modelo no es necesariamente el esperado, y una ejemplaridad de otra Ãndole, la de una aptitud emancipadora a explayarse por medio de la ficción, se propone al lector como gustosa novedad.